Aturdido por el canto de la vida, no noté que empezaba a recordarte,
los pájaros jugaban a la mancha, entre el enjambre de verdes en el
prado.
Se colaba el sol entre las hojas y me llegaba con la brisa de verano
una música de trinos y esperanzas, colmándome de paz aquella tarde.
Embriagado con aromas y colores y el frescor que me brindaba la
arboleda,
comenzaba a recordarte lentamente, como olas que llegaban desde lejos.
De la nada me llegaban a la mente, las palabras que dijiste aquella vez,
la sonrisa dibujándose en tu rostro y los besos que nos dimos tantas
veces,
los poemas de amor que tu escribías, en las hojas arrancadas al cuaderno
adolescencia que perdida ya en el tiempo, inundaba los momentos de
ternura
y el espíritu de jóvenes proyectos que quedaron escondidos en el tiempo.
Que sencillo resultaba ser feliz, con que poco conseguíamos la dicha,
solo vernos a los ojos nos bastaba, para sentirnos por encima de la
gente,
con un beso conseguíamos la dicha, de sentirnos lejos de este mundo.
No recuerdo o no quiero recordar, cuando fue que despertamos a la vida,
Me niego a recordar esos colores,
que cambiaron nuestra forma de sentir.
solo quiero recordar esos momentos, que afloraron como sueños en mi
mente
y mirando ese trocito de celeste, donde parecen jugar aquellas nubes.
Saborearte una vez mas entre recuerdos, embebido en el paisaje que te
nombra
dormitar acariciado por la esencia, de tus ojos que me miran desde el
tiempo,
de tu voz que me susurra desde el alma, poesías que me llegan del ayer.
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