miércoles, 13 de marzo de 2013

Palabras al viento

 
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La debilidad a veces radica en ser duro por fuera y muy sensible por dentro, la dureza o falso machismo, nos protege de las agresiones del exterior, uno asume siempre una actitud dominante y sin ser arrogante se gana el respeto de los demás, como un hombre firme, seguro y capaz de hacerle frente a las circunstancias que le presenta la vida.
La misma dureza, corteza protectora, a veces nos obliga a no dejar aflorar una lágrima o a esconder emociones que tienen que ver con el corazón, rara vez demostramos flaquezas y nos cuesta decir un "te quiero", a veces lo demostramos con algún gesto cariñoso, un breve abrazo o bien nos abrimos en la intimidad con la pareja, sin muchas palabras, solo lo necesario para que se entienda.
Es una locura, pues cuando nos hieren físicamente, reaccionamos con la bravura necesaria que ponga las cosas en su lugar, mas si nos hieren en el alma, somos incapaces de reaccionar, jamás demostramos que estamos heridos, por ahí enojados, ofendidos, capaces de mantener una discusión hasta las últimas consecuencia, pero cuando se nos hace un nudo en la garganta, somos incapaces de llorar y si lo hacemos es cuando estamos solos, allí nos amargamos y quisiéramos decir tantas cosas que no podemos decir, por vergüenza, por miedo a demostrar una flaqueza y terminamos deprimidos, exhaustos, apartados de la gente y fingiendo un aplomo que no tenemos, mientras se nos desgarra el alma.
                                                                                                                                                                                               Julio Madriaga

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