miércoles, 17 de octubre de 2012

La cabaña 3

3
 

 

El cielo despide a la tarde, con ramos de flores color carmesí

la luna no tarda en llegar, plena de vida incitando poemas.

Aquí en la cabaña, dos copas vacías junto a una botella a medio vaciar,

una suave melodía se escucha y un aroma a sexo muy particular.

Tus manos se acunan entre las mías, tus ojos los míos, tu voz y mi voz.

Susurro sedoso entre besos y besos musitan tus labios que saben a sal.

No sé cuantas cosas dijiste a mi oído, mientras yo besaba tus pechos de miel

y  un breve desorden sobre la alfombra dibuja tus ropas junto a las mías.

Beso tus ojos entre dormidos, tu boca roja como granada,

tu aliento y el mío nos queman la piel, tu voz y mi voz, susurros de amor.

Mis manos ansiosas recorren tu cuerpo y a cada caricia tu piel me responde.

Entro en tu ser con placer absoluto, danzamos unidos gimiendo de amor,

los suaves compases de un plácido arrullo que se enardece a cada vaivén.

tu boca en mi boca cual brasa candente murmura gemidos de dicha infinita.

quisiera que el mundo parara al instante, quisiera que el tiempo su andar detuviese,

vivir por siempre este eterno momento embriagados de amor, de dicha y de paz.

mas siguen su andar incesantes  los tiempos y a cada momento el placer es mayor

¡Que exploten los cielos, que ardan los mares! que el mundo se hunda en oscuros confines

dentro de ti, mi esencia se derrama, se apaga la flama de nuestro interior.

para luego encenderse y arder nuevamente hasta fatigarnos de tanto placer.

Mas tarde dormidos, los dos soñaremos, tal vez despertemos por casualidad

para que la orquesta su música entone y entre beso y beso volver a empezar.

 

               De Julio Madriaga

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