El cielo despide a la tarde,
con ramos de flores color carmesí
la luna no tarda en llegar,
plena de vida incitando poemas.
Aquí en la cabaña, dos copas
vacías junto a una botella a medio vaciar,
una suave melodía se escucha
y un aroma a sexo muy particular.
Tus manos se acunan entre
las mías, tus ojos los míos, tu voz y mi voz.
Susurro sedoso entre besos y
besos musitan tus labios que saben a sal.
No sé cuantas cosas dijiste
a mi oído, mientras yo besaba tus pechos de miel
y un breve desorden sobre la alfombra dibuja
tus ropas junto a las mías.
Beso tus ojos entre
dormidos, tu boca roja como granada,
tu aliento y el mío nos
queman la piel, tu voz y mi voz, susurros de amor.
Mis manos ansiosas recorren
tu cuerpo y a cada caricia tu piel me responde.
Entro en tu ser con placer
absoluto, danzamos unidos gimiendo de amor,
los suaves compases de un
plácido arrullo que se enardece a cada vaivén.
tu boca en mi boca cual
brasa candente murmura gemidos de dicha infinita.
quisiera que el mundo parara
al instante, quisiera que el tiempo su andar detuviese,
vivir por siempre este
eterno momento embriagados de amor, de dicha y de paz.
mas siguen su andar
incesantes los tiempos y a cada momento
el placer es mayor
¡Que exploten los cielos,
que ardan los mares! que el mundo se hunda en oscuros confines
dentro de ti, mi esencia se
derrama, se apaga la flama de nuestro interior.
para luego encenderse y
arder nuevamente hasta fatigarnos de tanto placer.
Mas tarde dormidos, los dos
soñaremos, tal vez despertemos por casualidad
para que la orquesta su
música entone y entre beso y beso volver a empezar.
De Julio Madriaga
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