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Quizás mi muerte esté allí acechando en cada esquina
escondida tras un beso, un amor o una caricia,
tal vez doblando la esquina me la encuentre cara a cara
empuñando una espada con su tez desencajada
Quizás desde los balcones se descuelgue como araña
desde su tela de seda con sus colmillos helados
tal vez desde algún tejado se lance contra mi vida
y entre alaridos me diga que se acabaron mis días.
Tal vez me haga saber que por más que yo
me esconda
cuando llegue ese día, con su
guadaña letal
para bien o para mal, pondrá fin a mi existencia.
mi muerte ha de estar allí,
acechando a cada paso
desde el día que nací al igual que aquella estrella
quizás ella sea bella como una flor carmesí
mas si ignoro que está allí, si no noto su presencia
quizás no sienta su esencia acechándome en la esquina.
Si de amores me embriagara, olvidándome de ella,
el temor a que ella llegue se disipe enteramente,
si de música llenara cada espacio de mi ser
los colores de la vida me sabrían diferente.
y el día que de verdad se me
presente la muerte
yo me entregue indiferente sin temores y sin penas
tal vez apenas lo note y sin sentirla siquiera
viviendo tal vez yo muera, como viviendo viví.
De Julio Madriaga
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